Guillermo Martínez es inmortal
Por: Alain Mira López y Raydel Carales Manzano
Muchas veces hemos escuchado que la muerte es el tránsito a la inmortalidad, y eso queremos creer, pero en el fondo sabemos que no funciona igual para todos. Para llegar a la inmortalidad se necesita dejar huella, dejar un gran legado.
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Este sábado fue un día gris; la tristeza inundó cada piscina donde en algún momento se jugó polo acuático. Este 26 de junio de 2021 la muerte convirtió a un hombre en leyenda; ayer perdimos al emblemático Guillermo Martínez.
Aunque cueste aceptarlo, ya no podremos tener esas largas conversaciones con él sobre los orígenes de este deporte en Cuba, del cual fue pionero de su práctica y uno de los más grandes defensores.
Todavía podemos recordar sus palabras, el tono de la voz, aquellas anécdotas graciosas de cuando el polo acuático antillano aún estaba en pañales, su constante repetir “no me gusta hablar sobre mí” y nuestra constante insistencia para “robarle” sus recuerdos.
Orígenes del polo acuático cubano: Guillermo Martínez
Conversar con Guillermo Martínez Ginoris sobre polo acuático resulta tan placentero que es fácil olvidar el motivo por el cual acordamos entrevistarlo: los orígenes de este deporte en Cuba.
Se nos fue Guillermo Martínez, un hombre con tres medallas centroamericanas (dos oros y un bronce en natación), una plata panamericana, dos participaciones olímpicas (como jugador) y toda una vida dedicada al desarrollo del deporte más completo del mundo.
A nivel internacional fue una de las figuras más reconocidas en el mundo de las disciplinas acuáticas. Sus muchos años de trabajo en el comité técnico del waterpolo en la FINA y su trayectoria como atleta y funcionario fueron sobrados méritos para nombrarlo miembro honorífico de este organismo internacional.

Pero él es más que polista y funcionario, su legado es el resultado de más de 60 años de polo acuático en Cuba, nación a la cual este deporte llegó para quedarse.
Por todo tu obra, los años dedicados al desarrollo del waterpolo, nuestra pasión, y trazarnos la ruta de la victoria, hoy te decimos: “Gracias, Guillermo, siempre vivirás entre nosotros”.
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Si la muerte de un hombre hace llorar al mundo, si su nombre es referencia obligatoria para conversar sobre determinado tema, si pasan los años y su legado se mantiene intacto, entonces estamos hablando de alguien que realmente transitó a la inmortalidad.
Así reaccionó Cuba y el mundo.
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